Mercado inmobiliario en España: cierre 2025 y previsiones para 2026
El año 2025 está siendo excepcional para el mercado inmobiliario español. En julio se registraron 64.730 compraventas de viviendas, el mejor dato histórico para ese mes y un 13,6 % más que en 2024. A lo largo del año, tanto CBRE como BBVA Research y otras consultoras han proyectado un cierre con cerca de 742.000 operaciones, lo que supondría un ejercicio récord. A este dinamismo se suman los precios, que han seguido al alza: las estimaciones apuntan a una revalorización interanual de entre el 7 y el 10 %, con diferencias significativas según el tipo de producto y la localización. Este crecimiento del mercado inmobiliario 2025 es notable y se espera que continúe su trayectoria positiva en el mercado inmobiliario 2025.
La vivienda nueva ha ganado protagonismo en este ciclo. Se espera que los visados de obra nueva crezcan un 16 % en 2025, impulsados por la fuerte demanda, la escasez de oferta y el atractivo de los proyectos de calidad energética. Aun así, la oferta sigue sin ser suficiente para cubrir las necesidades estructurales del país, lo que mantiene la presión sobre los precios.
El análisis del mercado inmobiliario 2025 también sugiere que se están creando nuevas oportunidades para los compradores y vendedores.
El análisis del mercado inmobiliario 2025 revela tendencias interesantes y oportunidades para inversores.
En el mercado del alquiler, la situación también está tensionada. Las rentas siguen aumentando, sobre todo en grandes capitales y zonas costeras. Esto impulsa a muchos inquilinos a buscar soluciones alternativas como el coliving o el flex living, que se consolidan como opciones para quienes necesitan contratos más flexibles o servicios añadidos.
Con este contexto, ¿qué se puede esperar para el cierre de 2025 y los primeros meses de 2026? Todo apunta a que el mercado cerrará con cifras récord, pero también se vislumbran señales de moderación. El volumen de compraventas podría superar las previsiones iniciales, siempre que la financiación siga siendo accesible y los tipos de interés no suban más de lo esperado.
En cuanto a los precios, lo más probable es que el año se cierre con incrementos medios de entre un 7 y un 10 %. No obstante, en algunas ciudades la subida podría ser más intensa, mientras que en otras zonas con menor dinamismo se percibe cierta estabilización. La obra nueva mantendrá su impulso, pero seguirá enfrentándose a retos importantes: la escasez de suelo finalista, los altos costes de construcción y la lentitud administrativa para otorgar licencias.
El mercado del alquiler seguirá tensionado en los próximos meses. La combinación de demanda creciente y oferta limitada presiona las rentas al alza. Además, la regulación y los controles de precios que algunas comunidades autónomas están implementando podrían generar incertidumbre entre propietarios e inversores, lo que a medio plazo puede afectar al ritmo de lanzamiento de nuevas viviendas destinadas a arrendarse.
De cara a 2026, se espera una moderación del crecimiento. Tras varios ejercicios de fuerte expansión, es probable que los precios avancen a ritmos más contenidos, en torno al 4-6 % anual. La diferencia estará en la localización: las grandes capitales y los destinos turísticos mantendrán un tono dinámico, mientras que en ciudades medianas o interiores podría verse un mercado más equilibrado o incluso con ligeros ajustes.
Conclusión
¿Todo esto apunta hacia una nueva burbuja inmobiliaria? No necesariamente. Aunque el ritmo de crecimiento en 2025 ha sido muy alto, la situación es distinta a la de 2008: no existe un exceso de crédito descontrolado, la demanda responde a necesidades reales de vivienda y el empleo se mantiene en niveles sólidos. Lo que sí tenemos es un desequilibrio estructural entre oferta y demanda, que empuja los precios al alza, pero que no equivale a una burbuja especulativa. Por tanto, conviene hablar de un mercado tensionado y en fase alcista, pero sin generar alarmas innecesarias.